miércoles, 29 de enero de 2014

Síndrome de la eterna dama de honor


¿Has visto la película 27 vestidos?

Pues por ahí andan los tiros.

En ella, la protagonista es la dama de honor de todas las bodas a las que asiste, tanto de amigas como de no "tan amigas". Ella es la organizadora de todo lo que conlleva una boda americana (si, es tan americanada...) porque es una amante de esta celebración.
Pero su momento no llega; el momento en el que es ella la preciosa novia y recibe toda la atención que ha dedicado en cada boda.

Y sí, el momento llega. Por dios, es una película americana, ¿o es que no habéis leído mi reflexión sobre el predecible final de las películas?. Muy interesante, si.
Llega porque es una película, una fantasía, un método de escape, pero en la vida real...


Pero en el proceso de toda la película se explica esta intrigante teoría. Ella quiere, hace todo lo posible para que su momento llegue, es más: está convencida que será con su jefe, un hombre que aparentemente es su alma gemela y tiene planificado hasta el más mínimo detalle del acontecimiento.

Y todos sus planes se truncan. 
Porque si planificas hasta el último momento y creas unas expectativas, estas nunca se cumplirán. Y esto (toda esta reflexión) vale para la temática de esta película o para cualquier momento de tu vida.

Si, lo has adivinado: el Síndrome de la eterna dama de honor se llama así por la película, pero no se queda ahí. 
Cualquier situación que te rodea puede convertirse en este terrible y apocalíptico (qué Piqueras soy) problema. Y es que el ser humano necesita de un orden en su vida, es verdad, pero este puede ser muy perjudicial para la salud.


Lea la instrucciones
de este medicamento
y consulte al farmacéutico.


Estos pensamientos rondaban mi cabeza tiempo, buscando porqué somos tan difíciles, tan complicados...
Hace poco estaba leyendo un libro y salía, más o menos, la siguiente conversación:

"Lulú entró en casa de Lila y vio toda la pared negra, llena de pósters de Satán (ja, ja) y cosas góticas. Su ropa era siniestra y veía películas gore para alimentar su fantasía: adoraba a la muerte.
- Creo que se ha muerto la persona equivocada.
- Siempre me pasa lo mismo."

Lila, como he dicho, adoraba la muerte y todo lo que la rodeaba: vivía con lo que ella significaba y todo el aura que ella acontecía pero no estaba muerta. Lila estaba viva.
¿Por qué entonces esa fascinación, ese deseo de muerte, esa dedicación con todo lo que tiene que ver con la parca?

Qué sencillo y macabro es todo: deseamos lo que no podemos tener o no tendremos nunca. O lo que aún no ha llegado el momento que tengamos.
Creamos un mundo a su alrededor, viviendo de fantasías y esperanzas que difícilmente se verán cumplidas si seguimos viviendo en ese mundo de sueños.

Y se pueden cumplir. Pero el miedo nos amordaza, nos encierra, no nos permite "hacerlo" propiamente dicho. Nos limita a imaginar cómo sería.
Y esto es horrible. 

Quiero vivir la muerte porque me fascina, pero me da miedo morir.
Quiero viajar, conocer mundo, he conocido gente en mi ciudad de muchos lugares del planeta, hablo varios idiomas... pero me aterroriza salir. 
Quiero casarme. Pero temo al amor.

Esa persona que espera que llegue su momento sin hacer nada por conseguirlo, viendo como a su alrededor, todo el mundo sigue su vida y sus deseos, alcanzando eso que ella sueña poder vivir algún día.

El síndrome de la eterna dama de honor.




Elige bien. 
Ali.

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