martes, 28 de octubre de 2014

Podrá ser



Puede ser que haya vida después.
Que no todo quede en la decepción.
Las palabras vuelan, los recuerdos desaparecen y los sentimientos disminuyen.

Puede ser que quiera avanzar,
puede ser que no quiera mirar atrás.
Incluso puede que me haga bien, todo sea dicho.

Puede ser que lo merezca,
puede ser que no lo merezca,
pero estoy segura de que no es significativo.

Puede ser que el amor haya sido tan grande que nunca se vaya del todo.
Un amor trascendental, capaz de cambiar a una persona,
de hacerla más humana.

Puedo aceptarlo.
Puedo admitirlo.
Pero no quiero.

No quiero que cambie, pese a que sea inevitable, quiero las cosas como están.
Masoquista, si. Pero contigo.



lunes, 27 de octubre de 2014

¿Me avisarás cuando desaparezcas?






Existe un sentimiento extraño, que te oprime por dentro, que no puedes evitar porque nunca llegarás a entenderlo pero que es tan fuerte como el amor o el odio; un sentimiento que se asemeja a la soledad pero que es cosa de dos, que tiene que ver con la locura pero es más difícil de clasificar. Un sentimiento horrible, que si lo has sentido nunca lo olvidas y si no ha llegado a tu vida, rezas para que nunca lo haga.

Sentir que una persona va a desaparecer.

¿Cómo nombrar esa sensación, ese sexto sentido que te grita 'peligro'? Una angustia que te aprisiona la mente; "se va a ir, no se porqué, pero va a desaparecer".
¿Has sentido alguna vez cómo una persona se aleja de tí, cambia se forma de ser, sonríe de manera diferente o... el brillo de su mirada ya no es el mismo? Cambios mínimos y el tiempo te da la razón.
Es algo que no se le desea nadie, ni a tu peor enemigo.

Cuando tú necesitas a la otra persona, cuando le demuestras cariño, comprensión, tu mejor yo. Y no lo aprecia, no te lo dice, cambia, se camufla. Se aleja de tí. ¿Terminó?

Y puede ser peor. Puede ser mil veces peor; cuando tú sabes que se va a ir y no lo aceptas. Sabes que se va y no quieres. Qué mala sensación, luchar contra el destino y contra su voluntad...

Desearías gritarle, "¡no desaparezcas, te necesito. Quédate conmigo!" pero, ¿quién eres tú para atar a nadie? ¿Quién te crees tú que eres para luchar contra lo inevitable? No es tu culpa, ni la suya: es que la vida pone obstáculos, porque si todo es demasiado fácil, no apreciaríamos a la persona que se queda cuando puede marchar. Deberíamos dar las gracias por ese sensación de vacío, nos demuestra que no nos merece.

Cariño, tú mereces mucho más.



Ah! Y no intentes luchar contra ese sentimiento; cuando esté listo, dejará de orpimirte y se evaporará. Mientras tanto, desahógate y no esperes nada. Nunca esperes nada.


Elige. Quédate con ella, quédate conmigo.

jueves, 23 de octubre de 2014

No te vayas.

Amor mío; mientras duermes a mi lado, derrotado, te observo con adoración: tu respiración tranquila, tus párpados cerrados con dulzura, tu pecho inflarse y desinflarse con pesambre y tu cuerpo desnudo a la luz de una lámpara que tintinea. Observo con adoración, sin caer en la locura, tus labios carnosos que hace unos momentos descansaban sobre los míos, tus manos relajadas, que han descubiertos lugares ocultos de mi cuerpo, haciéndome sentir la mujer más afortunada del mundo. Imagino tu lengua, que ha surcado mis curvas con amor, dibujando en mi espalda pasiones secretas que se quedarán marcada para siempre. Tus dientes, duros y fríos, que han mordido mis labios infinitas veces... y que así sea, para siempre.

Desesperada y en un suspiro, acaricio tu espalda, deseando que vuelva a quedar invisible entre los dos y escribo mi nombre, tu nombre, en mayúsculas; ¡qué declaración de amor tan infantil y anticuada! Pero la ocasión lo merece, ¿no crees, cariño?

Un escalofrío. Detengo mi mano. Despacio y sin abrir los ojos, te giras y quedas boca arriba. El mundo se me cae a los pies, al tenerlo todo al alcance de mi mano pero temerosa de despertarte. Qué mágica y sabia es la naturaleza, que me da el don del insomnio y me regala un cuerpo perfecto desprotegido para que cuide.

Vuelves a suspirar y sonríes. Mis mejillas se encienden, ¿qué pensamiento habrá tenido? ¿Será conmigo, con nosotros hace unos momentos, mientras nos fundíamos en uno para no querer separarnos jamás? Daría mi más preciado tesoro, mi recuerdo más querido por poder adivinar lo que piensas, por un segundo, mientras sigues respirando a mi lado tranquilamente, ajeno al torrente de emociones que despiertas en mi interior. ¿Amor? ¿Deseo, quizás? Una mezcla perfecta de los dos, que me hace querer despertarte en este mismo segundo para escuchar tu risa, tu voz y sus jadeos. En mi cuello, por favor.

 ¿Qué me harías, si ahora, me pusiera a horcajadas encima de ti y te besara la frente, las mejillas, los párpados, tus perfectos lóbulos, tu mentón, la nariz y por último tus labios? ¿Qué terribles cosas, oh amor mío, serías capaz de hacerme si te acaricio tu pecho con deseo, mientras te miro a tus ojos bicolores ardientes y me muerdo el labio con lujuria?

Despacio, me incorporo y echo un último vistazo a la fuente de mis deseos y pesadillas, subiendo por un abdomen perfecto para largas cabezadas, un pecho firme, un cuello imposible de dejar de besar y una cara que me acompañará en mis mejores sueños. Si, era perfecto, pero como ocurre en las mejores historias de amor, la perfección no es recíproca.


Es muy pronto para un final feliz.


Me levanto, me visto despacio, dando la espalda al pasado. Desapareceré para siempre.

- ¿A dónde vas?

Miro a mi espalda con cuidado. Una voz ronca, en susurros, me ha preguntado. Con la cabeza levantada y mientras se frota los ojos, me mira con interés mientras bosteza por segunda vez. Su cuerpo moreno y menudo esperan. Me aclaro la garganta.

- A ningún sitio.

Sonríe y dándome la espalda, vuelve a dormirse.
Abro la puerta de la habitación sin mirar por última vez y huyo, despavorida, del dolor más grande que una persona te puede dar.


Not happy ending yet.


miércoles, 22 de octubre de 2014

Big girls don't cry






Stop.

Rebobina. 

¿Nunca has querido volver a ese momento? Si, ese momento, sabes exactamente de qué momento te hablo. Para ti puede ser un encuentro, una sonrisa, un beso, un abrazo o incluso un sonoro puñetazo.
Para mí fue una despedida.

El momento de decirle adiós a una persona, adiós para siempre. El momento en el que tienes que decir todo lo que sientes, lo que has sentido y lo que es muy posible que sientas al día siguiente... si es un adiós, ¿por qué hay que callarse algo?. 
Las despedidas duelen; dicen que cuando se cierra una puerta, se abre una ventana. Que si se va de tu vida es porque no te merece y que para aliviar el alma siempre es bueno decir adiós.

No: las despedidas duelen y mucho. Sobretodo cuando no dices todo lo que quieres decirle, cuando cambiarías una frase o una simple palabra ya dicha, cuando sabes que es inevitable porque no quiere estar ahí. Decir adiós duele.

Rebobino. Tantas cosas calladas. Silencios incómodos. Pero el adiós quedó y no hay día en que no quiera regresar a ese adiós. No para evitar la despedida, el destino está escrito... sino para ver a la otra persona de nuevo. 
Y repetirlo de nuevo, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. Despedirme todos los días de mi vida.

Quizás, de esta manera, me ahorraría las lágrimas de no volver a verlo, si cada día me vuelvo a despedir, si cada día vuelve para volver a decirle adiós.

Stop. 

Y así, conseguir parar el tiempo en ese momento. Total, ¿qué mas da sufrir un poco más si el adiós es inevitable?






martes, 21 de octubre de 2014

Perfecto en tu imperfección.

No te escondas






¿De qué vas, siento tan especial, escondiendo tus miedo y mostrando solo lo que tú quieres mostrar?
Eres imperfecto y eso pone.
Jodida imperfección.

Te hacen maravilloso; un diente un poco más torcido que su hermano colmillo gemelo, una perilla incipiente muy virgen, esa sonrisa lateral sincera, la forma de preguntarlo todo dos veces, la risa sincera sinceramente fea y tu manera de caminar.
Reúnes virtudes, expresas imperfecciones, que te hacen cercano. Adorable.

La persona perfecta aburre. Las imperfecciones enamoran.

Entonces, ¿porqué escondemos esa parte que consideramos imperfecta de nosotros mismos cuando puede ser el motivo por el que seas único?
Celebremos la imperfección; eso les desconcertará.



lunes, 20 de octubre de 2014

Un recuerdo para el olvido


Que se impregne, que se quede conmigo. Que nunca se vaya.



Somos coleccionistas de olores; un perfume nos marca, incrustándose en nuestra memoria para siempre.

¿Qué tendrá de especial? Puedes olvidar cómo te miraba fijamente, para qué lado sonreía con mayor naturalidad o el tacto de sus manos en tu espalda pero nunca podrás olvidar su olor, te ha marcado para siempre.

¡Qué profundo ha quedado enterrado! Lo buscarás para recordar los momentos que te ha dado ese perfume, para rememorar cada beso en el cuello, cada cabezada en su pecho. Para no olvidar ese momento.

Y un día te cruzarás con alguien que en su momento decidió utilizar también ese dulce elixir con el que tú has soñado más de una vez. Y llorarás, porque no era el perfume, era él; y lo peor de que fuera él es que es único y no volverás a vivir ese momento.

Un olor de la infancia, el perfume de tu madre, la fragancia de tu abuelo o la almohada una noche de lluvia; nuestra vida está rodeada de olores que hacen la vida más apasionante y a la vez, más dolorosa. Porque un olor te marca y cuando lo pierdes, sabes que una parte ha desaparecido y lo que más odiamos es perder.

Perder a alguien. Perder en el amor.


Chic@s, olor natural: permitirnos que os podamos olvidar, que el recuerdo sea esa mirada, esa sonrisa o esa caricia original porque no podría soportar volver a recordarte en el tren, durante horas, por un estúpido perfume.