lunes, 24 de febrero de 2014

Yo también sufro ansiedad


En mi vida lo he llamado así, ansiedad. Monstruo de mil caras que me hace ser otra persona, empequeñeciendo mi espíritu y haciendo de mi vida un infierno. No se puede vivir preocupado todo el tiempo, pero yo no vivo: sobrevivo.
Aquí mi historia inacabada.


Hace un par de años, después de un par de sustos por jugar a "hacerme la mayor", todo comenzó para mí. Entendamos por jugar a tontear con maria y poco más, no pasó de ahí. 
Pero algo se accionó, una sensación de angustia casi permanente. A partir de Enero de 2012 no volví a consumir nada que se le pareciera, pero no importaba: todo me afectaba mucho. Cualquier cosa; una infusión, una cerveza, una copa... lo que fuera. En mi cabeza se accionaba una sensación "madre mía, ¿qué me está pasando? ¿me estoy mareando?" y mi cuerpo se dejaba llevar por aquello que imaginaba. 
Horrible. 

Empezaron a sucederse pensamientos de ¿me he quedado tonta? ¿voy a caer en una enfermedad mental tipo esquizofrenia? Etc. Casi a diario.
Y no hablemos de los trastornos obsesivos-compulsivos:
· Si no veo las llaves encima de mi mesa, no me puedo dormir.
· Tengo que cerrar la puerta de casa y quedarme 6 segundos mirándola.
· He cogido miedo a volar. Por suerte acompañada lo supero pero es una sedación malísima.
· El gas. Tengo que asegurarme que todos los pitorros estén apagados.
· Tengo que lavar muy bien la fruta y verdura. Si creo que no lo he hecho, no como. He llegado a lavar 7 veces un mismo tomate.
· Lavarme las manos cada 10 minutos. Por lo que sea.
· ¿Enfermedades? Las habré cogido todas. Seguro. Me he hecho varias pruebas médicas por nada, tomándome tantas molestias como ir a sacarme sangre varias veces al hospital o ir a médicos distintos.
· He cogido miedo a las pastillas, tanto ibuprofeno como paracetamol. Sólo las tomo cuando el dolor puede conmigo, si puedo evitarlas...

Todo esto, todos los días.
Incluso tuve algún que otro ataque de ansiedad grave: me quedaba sin respiración. El mundo se me cerraba, mi mete se quedaba en blanco por momentos. Nunca hay que tomarse en broma un ataque de ansiedad, es lo peor que te puede pasar porque no es un dolor físico. Y no puedes pararlo.

Claro, a raíz de todo aquello empezó mi insomnio (tantas preocupaciones lo procuraron), mi estrés, hubo una temporada que no comía (por no tener hambre), casi no salía por no poder beber, dejé de fumar (es lo único bueno que saqué de toda esta locura) porque el simple hecho de fumar tabaco me sentaba mal, y lo peor de todo: desarrollé hipocondría.

Por suerte lo más duro solo me duró un año. A partir de Diciembre de 2013 que me pegué una buena borrachera en una cena de clase, todo lo relacionado con las bebidas alcohólicas o las infusiones, incluso el café que lo tenía TOTALMENTE VETADO, toda esa sensación de "casi" muerte inmediata, miedo a perder el control de mí misma, desapareció. 
El insomnio también se curó al volver a casa por Navidad (que fue tal que así, volví de Italia). 

Pero claro... 

En mí han quedado esos pequeños TOC (que he escrito antes aunque la lista se agranda cada semana) y son pequeños, muy pequeños (es una grave enfermedad) y la hipocondría.
Llevarme el dedo al cuello para comprobar el latido de mi corazón se ha convertido en un tic: cada dos por tres lo hago. Y me pongo nerviosa cuando lo voy a hacer, es un círculo vicioso.
Las bacterias, los bichos, la suciedad me aterra. 
He desarrollado claustrofobia: para mí acabaron los ascensores o los espacios pequeños cerrado.
¿Un autobús lleno de gente? Pare que me bajo.

¿Tú crees que así se puede vivir? ¿En serio?

Todo me preocupa. Todo.
Hay días tranquilos, donde no me he detenido a pensar en nada en especial hasta que me acuesto. Y recuerdo que no sé si, en mi pueblo, he cogido mi instrumento y lo he dejado en mi habitación o se ha quedado en el autobús. Con un nudo en la garganta, tengo que llamar a mi padre a la 1 de la mañana porque si no, sé que no duermo. Y así mil historias más.

Y me siento muy débil, muchas veces desganada e incluso estúpida. Porque sé que es una cosa que me durará toda la vida.

También soy masoquista. Tengo un conejo, al que adoro y con el que juego cada dos por tres. Me lavo las manos siempre después de tocarlo pero, eso que de repente un día te llaman por teléfono y los estaba acariciando, lo sueltas y hablas diez minutos con una amiga. Y a la hora te comes un par de patatas fritas. Pues QUE NO CUNDA EL PÁNICO, que mi cabeza me recordará, antes de dormir, lo que ha ocurrido. Y que he comido sin lavarme las manos.
Y sí, eso ha ocurrido hoy.

¿Cómo lo soluciono?
No lo hago. Me muero por dentro, lloro un poco hasta que me insulto a mí misma y se me olvida. Porque ya está hecho, no puedo hacer nada para solucionarlo y me siento la peor persona del mundo. Durante unos minutos me cuesta respirar, mi pulso se acelera y deseo estar muerta. Pero se pasa. Porque es mi día a día.

No soy la única. Pero nadie de mi círculo me entiende y no los culpo, ni siquiera yo lo hago. 

Elige bien. 
Ali.

1 comentario:

  1. Hola, Alice. Sé de lo que hablas. Yo misma sufrí TOC desde los 10 años hasta los 21. Conseguí salir de ello, porque aunque sea difícil es posible hacerlo. Desde que superé el trastorno invierto algo de mi tiempo en ayudar a personas que tengan el mismo problema que yo padecí, pues creo que solo una persona que vivió o vive dichas circunstancias puede llegar a comprender lo realmente mal que se pasa. No desesperes. Si recorres el camino adecuado todo saldrá bien y te librarás de dicho sufrimiento. Te dejo la dirección de mi blog por aquí y por si quieres ponerte en contacto conmigo. http://nubessobremistia.blogspot.com.es/
    Un abrazo.

    ResponderEliminar